Remei Perpinyà: “Es vital que cuantifiquemos la brecha de género en los archivos”
Los archivos no son neutrales, “son espacios de memoria y nuestra labor es conservarla pero ni son imparciales ni contienen solo la verdad”. Con esta contundente afirmación ha arrancado Remei Perpinyà, de la Escuela Superior de Archivística y Gestión Documental de la Universitat Autònoma de Barcelona su ponencia ‘Archivos y Género’ con la que ha arrojado luz sobre la brecha de género en la gestión documental.
Perpinyà ha puesto de relieve el concepto de ‘archivalización’ que define Ketelaar: “una elección consciente o inconsciente para considerar qué cosas tienen valor suficiente para ser archivadas”. La experta ha utilizado este concepto para dar a entender que “todos los que intervienen en esa selección , clasificación y custodia son participantes”.
Los archivos están hechos de inclusiones y exclusiones, pero suele ser predominante la inclusión de quienes están en el poder fáctico. El patriarcado incluye lo que le interesa y no pasa así con los grupos marginados, por ejemplo, que son los excluidos en estos casos.
“Se han cometido errores, por supuesto, pero según pasa el tiempo vamos aprendiendo y evolucionando” explica Perpinyà. Se han descartado documentos que se consideraban en algún momento o por alguien que eran irrelevantes. Y cita a Fruin, referente de la archivística, para hablar sobre el peso del patriarcado. Se descartó, por ejemplo, archivar una documentación de una escuela de cocina para mujeres en Holanda y, sin embargo, hoy sería de gran valor simbólico en la visibilización del papel femenino en la Holanda social y gastronómica de la época.
Otra deficiencia son silencios de mujeres víctimas y expone la experta el caso de mujeres sometidas a esclavitud sexual en Corea por las fuerzas armadas japonesas y de lo que no se visibilizaron testimonios hasta la década de los 90.
“Los archivos están hechos de silencios, especialmente silencio de las mujeres y es vital que cuantifiquemos la brecha de género en los archivos” dice Perpinyà.
Hay una escasa presencia de fondos personales de mujeres en comparación con el de hombres. Según un estudio de Paula Gomila, un 8% femenino frente a un 92% masculino. Lo mismo sucede con el colectivo LGTBI, y otra tesis doctoral de Adelina Codina en 2019 lo refleja, porque apenas un 1% está en archivos públicos.
Hay 5 fondos destacados de mujeres en la Memoria del Mundo, programa archivístico y documental de la UNESCO. Entre ellos el de Ana Frank y la colección Nita Barrow. Pero faltan muchos. “Esto ayuda a invisibilizar a las mujeres, el hecho de que no engrosemos estos fondos” subraya la profesora de la UAB.
Si que se ve sin embargo mujeres en las labores de custodia no en el proceso anterior. Y en 2020 hay más personal femenino adscrito a los archivos estatales, “si solo vamos al personal de Cultura, las mujeres son ya mayoría y en todos los departamentos ministeriales hay 295 hombres y 243 mujeres”.
Se puede decir que los primeros archivos del feminismo y LTGTBI son de los años 30 tanto en Estados Unidos como en Europa, con la intención de conservar sus actividades y testimonios reivindicativos. Y sobre todo, para conservar su producción cultural propia, pues estaban excluidos de la difusión general. Esto es puro empoderamiento.
Actualmente se reivindica una memoria propia, un trato archivístico propio lejos de heteropatriarcados. Un ejemplo que cita Perpinyà es el de Archivas FF (fils feministes) bajo el lema ‘archivamos en femenino’. Muy interesante recurso con testimonios escritos y orales que la profesora recomienda conocer a los profesionales del gremio.
Tras recomendar también un acercamiento al material de los llamados ‘outsiders’ con referencia, por ejemplo a los Archivos del feminismo y del colectivo LGTBI (Atria), habla Perpinyà de un “archivo de sentimientos”: que es lo que sentimos, no solo lo que ha pasado, sino como colectivo, cómo lo hemos vivido.
Con todo esto “tenemos la base para impulsar políticas de igualdad en los archivos -expone- desde la evaluación al tratamiento de datos pasando por los procesos de gestión documental que deben aplicar, necesariamente, una perspectiva de género”. “Este es el momento social para hacerlo y reivindicarlo”, afirma.
Finalmente, la ponencia ha abordado otros aspectos interesantes como el proyecto #cuéntalo que a raíz de la sentencia de La Manada y la llamada vía twitter de la periodista Cristina Fallarás sirvió para para que muchas mujeres visibilizaran abusos. Y de la gran repercusión surge este proyecto porque hubo un millón de tuits y dos archiveros, Aniol Maria y Vicenç Ruiz, decidieron, dado su calado, archivar los tuits y trabajarlos como fuentes documentales.
En este sentido, concluye Remei Perpinyà, “los archivos no solo tienen que tener cosas importantes deben tener lo que hay en la sociedad”. Las mujeres a veces hemos sido también ‘culpables’ de parte de esta exclusión, porque hemos creído que nuestra documentación no era nada importante y, ahora, hay que empoderarse y ver que sí, que todo es importante.